31 (2)Artículo de Bruno López, tomado de http://blogs.antena3.com/

Puede resultar curioso cómo muchas escuelas de rugby, o clubes de élite no dan mucha importancia a su sala de trofeos. No es, lo primero que recibe al visitante copas de metal, medallas de oro o trofeos plateados. Sin embargo, en la mayoría de academias, clubs y escuelas de rugby, se puede contemplar, muy cerca de la entrada o en su parte más visitada una tabla con los nombres de los jugadores que han llegado a formar parte del equipo nacional…y su número de caps escrito al lado. ¿Por qué?

La respuesta obedece al significado del cap. Un trofeo, es algo material. Normalmente, no se lleva encima, se pasea durante un rato y se guarda, en vitrinas, estanterías… Un cap sin embargo, siempre se viste, se puede ver cuando uno se mira en el espejo por la mañana, como una sencilla marca que adorna nuestra armadura. Un cap, un cap siempre es justo, siempre se gana a pulso, nunca se regala. Trae consigo atributos que el jugador que lo recibe no ha pedido, sino que se ha ganado con el sudor de su camiseta y con la sangre que ha brotado en los partidos: Un cap trae honor, reputación y respeto, el máximo atributo que un jugador de rugby, y una persona, puede obtener en esta vida.

No, tampoco es gratis un cap. Hay que pagar un precio por cada cap, una responsabilidad grande, una regla no escrita del rugby: Con cada cap se ha de ser mejor jugador, mejor persona. Y la dificultad radica en que entre cap y cap pueden pasar meses, semanas…y en ocasiones sólo días. Así, el listón con cada cap sube y sube, la exigencia deportiva y moral, el enriquecimiento como jugador, como compañero, como persona. Y aquel jugador que no ha respetado esta ley natural de rugby, esta regla no escrita, pronto pagará el precio. No habrá más caps, no habrá más llamadas. Ley de rugby, ley de vida.

¿Eso es todo? No. Cap es una palabra corta, pero su contenido es grande, muy grande. Un cap trae consigo todo lo que se ha vivido para conseguirlo. Un cap es cada entreno, cada partido, cada compañero que jugó a tu lado y cada rival al que te enfrentaste. Un cap es ese entrenador que te dio la primera oportunidad, el que siempre te apoyó, el club que se siente orgulloso de que vistas los colores del equipo nacional y esos compañeros que se sientan nerviosos delante del ordenador para seguir el partido que juegas lejos, muy lejos. Un cap es la familia, los amigos, aquel debut contra Irlanda en 2003, aquel ensayo en la final contra Italia, el estar en el quince ideal del mundo. Un cap es cada viaje desde Lalín a Coruña, cada momento importante que perdiste por estar con la selección, cada momento que pensaste que estabas sola.  Pero un cap es también aquel que nunca creyó, aquel que te miró con recelo, aquel que movía la cabeza y decía: “no llegará”. El cap es todo eso.

¿Cuánto dura un cap? Siempre he creído, que el tiempo dentro de un terreno de juego no se mide en minutos y en segundos. No, el tiempo dentro del terreno de juego se mide en sensaciones, momentos. La adrenalina que se dispara por tu cuerpo cuando el balón sale disparado de drop en el pitido inicial, el corazón que se acelera cuando vas a poner el primer placaje, un pase, un golpe, la ceja abierta, el hombro dormido, el ensayo de último minuto, ese golpe de castigo a palos que parece eterno, el balón que recorre la línea de tres cuartos hasta llegar a tus manos, el Crouch, Touch y el Pause…y el ¡Engage!. ¿Y fuera? Para vosotras, fuera del campo el rugby se mide en caps. Cada cap, muchas experiencias. Cada cap, torneos. Ahora, en Rovereto, ayer en La Coruña o en Edmonton, mañana…En el Mundial.  Según el tiempo de los mortales un cap puede durar un día, una semana, un mes, un año…o puede ser eterno.

Cuando uno alcanza cierto número de caps, adquiere ciertos derechos y responsabilidades. Hay, en el mundo del rugby, muchos ejemplos. Yo ahora me transporto a uno en concreto. 14 de Junio de 2003, hace muchos, muchos caps. Wellington, Nueva Zelanda. Allí, Inglaterra está a un paso de ganar en suelo All-Black por primera vez en 30 años. ¿Cuántos caps entran en 30 años? Sin embargo, todo el trabajo está a punto de colapsarse, a pocos minutos del final, cuando Inglaterra se ve con 13 hombres, tras la expulsión temporal de sus delanteros Lawrence Dallaglio y Neil Back. Y los All-Blacks consiguen una melé a diez metros, y el olor a victoria comienza a impregnar el negro uniforme de esos dioses del rugby. En esos instantes previos a la melé decisiva, una melé de 8 contra 6, Martin Johnson, capitán legendario, se dio la vuelta y le dijo a sus delanteros: “Agachaos y empujad con todo”. No fueron palabras especiales. En boca de cualquier otro serían una simple orden. No pasaron a la historia. Sin embargo la mirada fija del gigante, y el respeto que le dieron los caps que adornaban su armadura pusieron el resto. Y aquella melé de 6 aguanto no una, ni dos, sino más de tres melés en contra sin conceder un golpe. El resto, es historia. Ese partido se ganó, y meses después ese mismo hombre levantaba la copa del Mundo. Los caps no sólo te dan el derecho a decir esas palabras, no, los caps te obligan a decirlas con el mayor convencimiento. Derechos y responsabilidades.

Concluyo diciendo que yo no sé lo que es un cap, nunca he tenido ninguno. Sólo puedo imaginar lo que se siente, imaginar lo que pasa por la cabeza de uno cuando se pone ese león en el pecho. Sólo soy, un gato que se mira al espejo, hincha el pecho y se imagina que es un león. Pero si me preguntan, diré que un cap es todo. ¿Y cincuenta? Cincuenta caps son una vida. Y traen una obligación, disfrutarlo como el primero, jugarlo a muerte como todos, y aprovecharlo como si fuera el último. Enhorabuena, Rocio. Por una vida de rugby, por el respeto que te has ganado dentro y fuera de los campos y por otros 50 que vendrán.